LA FIESTA DEL OSO
En el corazón de las murallas del Castillo de la Guardia en Prats de Molló (Francia), tres hombres vestidos con una piel de oveja, se cubren la cara y los brazos de una mezcla de aceite y de hollín. Acompañados de sus cazadores, los osos bajan al pueblo y dejan su huella a aquellos con los que encuentran en su camino, con una preferencia por las chicas, sobre las que se tiran encima. Al final de la tarde, los barberos, vestidos de blanco, encadenan a los osos en una lucha feroz, todo ello símbolos de las creencias y leyendas pirenaicas.
Esta fiesta me conectó con una ritualidad ancestral de lucha entre el hombre y el oso, del mito del salvaje que debe ser civilizado, de chicas perseguidas y del deseo sexual de la bestia que despierta con la primavera.